La información constituye uno de los activos más importantes de cualquier organización, independientemente de su tamaño o actividad.
La cartera de clientes, la propiedad intelectual, las tarifas o las ofertas que presentamos a nuestros clientes y que nos permiten posicionarnos frente a la competencia, los planes estratégicos para el crecimiento de nuestro negocio, nóminas, cuentas bancarias, etc. son ejemplos de información que debemos proteger en la empresa.
Para ello tenemos que implantar medidas preventivas y reactivas en nuestras empresas, destinadas preservar y proteger la confidencialidad, la disponibilidad e integridad de la información.
Estas salvaguardas serán proporcionales a la criticidad de la información que manejemos, por ello será importante identificarla y clasificarla. Las medidas también serán acordes a los sistemas a proteger, la información que contienen, las condiciones particulares de cada emplazamiento y las amenazas a las que se exponen.
A continuación podrás consultar el capítulo sobre Protección de la información de la colección «Protege tu empresa». En él abordamos de forma extensa todos los aspectos de la ciberseguridad relativos a esta materia. Si quieres profundizar sobre algún detalle relativo al tema revisa: las infografías, los videos, la documentación de soporte y los enlaces a recursos relacionados.En el mundo empresarial, hay una tendencia generalizada a considerar como activos
de la empresa únicamente los bienes tangibles: mobiliario, maquinaria, servidores,
etc. Sin embargo, no debemos olvidar que existen bienes intangibles como la cartera
de clientes, las tarifas, el conocimiento comercial, la propiedad intelectual o la
reputación.
Todos estos elementos forman parte de la información de nuestra
empresa y constituyen uno de los activos más importantes de nuestra organización.
Existen empresas que basan su negocio en el tratamiento de información, como las
que se dedican a la publicidad, prensa, radio, TV, contenidos multimedia, operadoras,
etc. Pero no debemos pensar que son las únicas que han de preocuparse por la
seguridad de la información. Es un error común pensar que en el ámbito de una
pequeña empresa no es necesaria la protección de la información.
Pensemos, por ejemplo, en las tarifas o las ofertas que presentamos a nuestros
clientes, las cuales nos permiten posicionarnos en el mercado o frente a la
competencia, o en nuestros planes estratégicos para el crecimiento de nuestro
negocio. Recapacitemos sobre las consecuencias que tendría la pérdida de la
contabilidad de la organización, la cartera de clientes, la información confidencial que
tenemos sobre nuestros clientes como sus cuentas bancarias o las propiedades
intelectuales de nuestra empresa.
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